El origen de mi vocación

Octubre 2001, Barcelona

Yo tenía ganas de hacer mosaico, de trabajar con materiales cercanos al color y a la materia. Preguntando llegué a la Escola Llotja, al principio con la típica vergüenza de sentirme tan latina en una ciudad tan cosmopolita y europea. Eran tantas las ganas de querer hacer el curso, que me dediqué a hacer todo los papeleos y protocolos para entrar a él. Al principio, el profesor, Francesc, no le gustaban nada los chilenos y fue un poco incrédulo y reacio a que yo me integrara al taller, compuesto en su mayoría de unas tiernas veteranas amantes al vidrio veneciano y al engaste perfecto de ellos en un mosaico.
Lo primero que me pidió Francesc, fue un diseño de algo que quisiera hacer en mosaico. Unos dias atrás habíamos hecho un paseo a las afueras de la ciudad, en Santa Pau, estuvimos allí unos días, en una casa de campo. Ahí encontré entre en un surco de un terreno, una ranita 
disecada que me engatuzó y me hizo llevarla conmigo,
barnizarla y colgarla de mi lámpara como un tesoro único e irrepetible. La compañera del piso que compartíamos, que era toda una lady, no concebía que tuviera a “un sapo colgando” en mi pieza, lo miraba con cara de “atroz”. No tenía mucho sentido ponerme a explicarle lo que significaba para mi ese hallazgo, ella apenas sabía quién era Gaudí y aún menos, cuál era la visión de él acerca de aquellas criaturas; visión que yo sentía y aprobaba profundamente.
En fín, en ausencia de espacio, de tiempo y en gran medida, ante tal desafío de diseñar y ser aprobado, me inspiré en aquel tesoro que el destino me puso ahí colgando desde el aire y que al utilizarlo como motivo o tema de mi futura obra mosaiquistica me hacia soñar que me remontaba en el pasado y podia jugar a ser algo de ese gran arquitecto catalán que revivió el mosaico en la ciudad.

Dibuje e imagine colores a la ranita, me deje llevar por tonos y cambios de matices en una piel viva y orgánica. La sorpresa de Francesc al ver a la Granota (Rana en catalá), fue acogedora; le gusto el diseño , pues lo vio como un desafio, tanto para mi como principiante, como para él por ser un guía asertivo en esta nueva creación.
El principio fue lento y duro, las piezas costaba cortarlas y pulirlas en las esmeriladoras. Comence a ir dia tras día, y de a poco, sin hablar mucho, preguntando y siguiendo los consejos de Francesc, me solté y quemé los dedos inventando nuevos engastes y encajes de las piezas.
A Francesc le empezó a gustar los resultados del mosaico y me ofreció el taller por las mañanas; esto fue un gesto notable en el nacimiento de mi amor a esta nueva técnica. La libertad del taller vacío, con mi música, mi ritmo y tiempo, se asemejaba a una maqueta del taller que deseaba taner mas adelante al regresar a mi país.
La Granota se demoró en terminar, la dedicacion y paciencia que le entregué fue el principio de un lenguaje que se repetiría en cada trabajo posterior; es necesario tener esta apertura al error, al tiempo en su propio tiempo, al encajar pensamientos, piezas, colores y formas de manera silenciosa, monótona, diversa y repetitiva.
Una vez terminada esta primera obra, hicimos una lasaña y celebramos el origen de una técnica que me tenía felíz y por ello, con algunas heridas en los dedos. Creo que es sumante simbólico y trascendental, sangrar por el detalle perfecto de una obra, pues se entrega de manera simbólica, el cuerpo y el alma a ella.

Paula Gutiérrez M.

"Granota" 
Octubre 01- Mayo 02
Vidrio veneciano'


Llangardaix
Mayo- Junio 2002
Cerámica
Este fue mi segundo trabajo en mosaico, aqui comienza el camino por la cerámica y los queridos lagartos...